Los hombres y las mujeres son diferentes
¡Viva la diferencia!
Reconociendo, aceptando y valorando que los hombres
son diferentes a las mujeres
Por:Monseñor Charles Pope
Continuando con el tema del matrimonio que tratamos esta semana, hay un video muy gracioso al final de esta página y que yo uso a menudo con las parejas que preparo para el matrimonio.
Se centra en el hecho de que la mujer es muy diferente al hombre. Las diferencias físicas son obvias, pero estas diferencias físicas surgen de importantes diferencias en el alma. El alma tiene la forma del cuerpo y las cualidades del alma, femenina y masculina, dan lugar a las diferencias físicas. Sé que hoy en día esto es políticamente incorrecto, pero es verdad. Es un error común de nuestros días el ser escéptico acerca de las diferencias profundas entre los sexos. Nadie puede negar las diferencias físicas, pero muy a menudo éstas sólo se toman superficialmente, sin darles la verdadera importancia. Sin embargo, la verdad es que nuestros cuerpos son expresiones de las facultades de nuestra alma y las diferencias entre el hombre y la mujer son muy grandes.
Sigue siendo cierto que estas diferencias a menudo ocasionan tensiones en el matrimonio y en las relaciones en general entre el hombre y la mujer. Que el hombre y la mujer perciben las cosas de manera diferente, piensan diferente y tienen experiencias emocionales diferentes es sólo un hecho y siempre es saludable reconocer y aceptar la realidad. En la era moderna, muy a menudo se ha dado la tendencia de ignorar estas profundas diferencias por considerarlas modelos de una era “sexista” que pertenece al pasado. Pero al final lo que sucede es que se crea la expectativa de que estas diferencias simplemente desaparecerán cuando decidamos ignorarlas o pretendamos que no existen. Pero ¿sabe qué?... no es así. Y por consiguiente, sigue la ira y los resentimientos. Demasiados matrimonios terminan en fuertes batallas porque ninguno de los cónyuges puede aceptar que no era bueno para ellos estar solos y, que Dios les dio un/a esposo/a que, a propósito, es muy diferente a fin de que ellos puedan esforzarse y complementarse.
El pecado original ha intensificado nuestro dolor al experimentar estas diferencias. El Catecismo relaciona la tensión que surge de estas diferencias con la Caída de Adán y Eva:
En todo tiempo, la unión del hombre y la mujer vive amenazada por la discordia, el espíritu de dominio, la infidelidad, los celos y conflictos que pueden conducir hasta el odio y la ruptura. Este desorden puede manifestarse de manera más o menos aguda, y puede ser más o menos superado, según las culturas, las épocas, los individuos, pero siempre aparece como algo de carácter universal. Según la fe, este desorden que constatamos dolorosamente, no se origina en la naturaleza del hombre y de la mujer, ni en la naturaleza de sus relaciones, sino en el pecado. El primer pecado, ruptura con Dios, tiene como consecuencia primera la ruptura de la comunión original entre el hombre y la mujer. Sus relaciones quedan distorsionadas por agravios recíprocos; su atractivo mutuo, don propio del creador, se cambia en relaciones de dominio y de concupiscencia; la hermosa vocación del hombre y de la mujer de ser fecundos, de multiplicarse y someter la tierra queda sometida a los dolores del parto y los esfuerzos de ganar el pan. Sin embargo, el orden de la Creación subsiste aunque gravemente perturbado. Para sanar las heridas del pecado, el hombre y la mujer necesitan la ayuda de la gracia que Dios, en su misericordia infinita, jamás les ha negado. Sin esta ayuda, el hombre y la mujer no pueden llegar a realizar la unión de sus vidas en orden a la cual Dios los creó "al comienzo". (CIC 1606-1608)
Una cura importante para los desórdenes que se presentan en el matrimonio es volver a valorar la importancia de nuestras diferencias. Aunque nuestras diferencias pueden intensificarse por el pecado, es un hecho que Dios nos hizo diferentes por una razón. Estas diferencias ayudan a los esposos a complementarse. El esposo debería decir: “Mi esposa tiene cosas importantes que enseñarme. Sin ella, me siento incompleto”. De igual manera, la esposa debería ser capaz de decir que su esposo tiene cosas importantes que enseñarle y que él, de alguna manera, la complementa. De esta manera, superamos las fuertes dificultades y lo que está bien y mal en cada caso y aprendemos a experimentar que algo de tensión es favorable. Sin tensión no hay cambio. Dios planeó muchas de estas diferencias para hacer que los esposos cambien y se complementen. Dios llama compañeros “adecuados” a los seres humanos diferentes que él creó.
Y el buen humor nunca hace daño. Les presentamos una rutina en forma de comedia maravillosa y divertida que trata acerca de las diferencias entre el cerebro del hombre y el de la mujer. A menudo, el humor es la mejor de las medicinas para apaciguar algunas de las tensiones que surgen de nuestras diferencias. ¡Viva la diferencia!
(A propósito, como sucede con cualquier comedia, aquí se usan un poco los estereotipos. Pero, generalmente, las cosas son graciosas porque son verdad. También es un hecho que no todos los hombres y mujeres tienen las características que se describen aquí [por ejemplo, yo no tengo una “Caja de la Nada”] pero disfruten las descripciones humorísticas de las situaciones generales que contiene este video).